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jueves, 15 de abril de 2010



CRUZADA LIBERTADORA


El Desembarco de los Treinta y Tres Orientales un 19 de abril -fecha patria que recordamos cada año- representó un hecho medular en la Cruzada Libertadora de 1825.
La Provincia Oriental había sido invadida por los portugueses en 1816 y, al ser incorporada a Portugal, había pasado a denominarse Provincia Cisplatina.
En setiembre de 1822, Brasil declaró su independencia y quiso que la Cisplatina quedara bajo su dominio.
Desde Buenos Aires y otros lugares de Argentina, un grupo de orientales liderados por Juan Antonio Lavalleja -quienes habían tenido que huir de su patria al oponerse a las intenciones del Imperio de Brasil- planeaba darle fin al dominio extranjero.
La victoria en la batalla de Ayacucho librada en 1824, que terminaba con el poderío español en esta región de América, llenó de entusiasmo y ánimo a estos patriotas.
Comenzaron entonces a organizarse para reunir dinero y armas a efectos de lograr sus objetivos. Se reunían en la sastrería de Pérez y Villanueva, cuyo encargado era el montevideano Ceferino de la Torre, o en los saladeros de otros compatriotas como Pascual Costa o Pedro Trápani. Contaron además con el apoyo del gobierno de Buenos Aires.

Cuando todo estuvo listo, hechos los contactos para proveerse de caballos cuando llegaran a las costas uruguayas, los orientales se embarcaron en San Isidro, desde donde partieron en 2 pequeños lanchones, cada uno con capacidad para unas 20 personas.
Para su seguridad, eligieron cruzar el río en una noche con poca luna, y así no ser vistos. Cuentan escritos de la época que durante la travesía, los lanchones pasaron a poca distancia de buques enemigos, cuyos faroles podían verse.
Afortunadamente, los dos grupos de orientales que habían salido de San Isidro lograron llegar a suelo patrio sin mayores inconvenientes.

El 19 de abril de 1825 desembarcaron en Soriano, en la playa conocida como “la Agraciada”. Allí, reiteraron -al mando de Juan Antonio Lavalleja- el juramento que habían hecho en Buenos Aires: liberar la patria o morir por ella.
No se sabe con exactitud cuántos eran los orientales que ese día llegaron a la Agraciada, pero se los recuerda con el número 33 como un símbolo de la Cruzada, que seguiría con fervor desde allí y hasta la Independencia.

La bandera de los Treinta y Tres Orientales

Los orientales que resistían en Argentina la dominación luso-brasileña, y que se lanzaron a liberar la patria en la Cruzada Libertadora, necesitaban un estandarte.
Adoptaron entonces para su bandera los colores que José Artigas -quien se había visto obligado a retirarse al Paraguay en 1820- había usado siempre.

La bandera de los Treinta y Tres orientales es actualmente uno de nuestros símbolos patrios, junto con el Pabellón nacional, la bandera de Artigas, el Himno nacional y la escarapela nacional.
Está formada por tres franjas horizontales.
La azul, en la parte superior, simboliza la grandeza.
La blanca, en el medio, la república.
La roja, en la parte inferior, la sangre derramada por la libertad y la independencia.
Lleva la leyenda “LIBERTAD O MUERTE” reafirmando el juramento que animaba la Cruzada y que habían hecho los orientales a su Patria.

El Juramento de los Treinta y Tres Orientales

Existe un famoso cuadro de Juan Manuel Blanes (1830-1901), que ilustra el momento en que los orientales prestaban juramento en la playa de la Agraciada.

Blanes es conocido también como “el pintor de la patria” debido a su gran interés por pintar los “grandes asuntos” de nuestro país, a fin de nutrir el sentimiento de identidad nacional.

En efecto, la temática histórica está presente en casi toda su obra, así como el retrato, con un carácter documental o testimonial de la época.
El pintor era en su trabajo muy fiel a lo real, lo cual se aprecia en sus cuadros, y gustaba de reconstruir exactamente los detalles y situaciones. Tal es el caso de la pintura de referencia, cuyos bocetos iniciales fueron hechos en el mismo lugar del desembarco.

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